¿Gandia una «Smart city»? Una flor no hace primavera

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Smartgandia, la nueva aplicación de contenido turístico de Gandia para smartphones está ya disponible para los usuarios en las tiendas online. Se trata de un proyecto que surge de la exigencia de atender los nuevos hábitos del consumidor del mercado turístico en el que las tecnologías de la información han adquirido una importancia sustancial como factor de competitividad.

En cuanto a la aplicación en sí, obviaremos de momento el déficit de información y la mediocridad de los contenidos que ofrece actualmente pues tiempo habrá, o al menos así debería ser, para ir puliendo y mejorando estas cuestiones. Ahora bien, lo que ya no tiene un pase es que el gobierno local, principal impulsor de este proyecto, nos quiera vender que esta aplicación convertirá Gandia en una «smart city» «ciudad inteligente» (su traducción al castellano). Tal afirmación delata una supina ignorancia de quien la profiere.

Lo que se conoce como «ciudad inteligente» es otra cosa, o para ser más precisos, son muchas otras más cosas pues se refiere a un modelo de ciudad que aspira a un desarrollo basado en una gestión eficiente y sostenible de sus recursos en aras de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Y esto no se consigue con una aplicación para móviles por muy cool que sea, que tampoco es el caso.

El concepto «ciudad inteligente» responde a un proyecto integral de ciudad en el que la tecnología es sólo el instrumento, una herramienta para la implementación de estas estrategias en la gestión del entorno urbano. Antes exige un replanteamiento y una transformación en los distintos ámbitos de su organización. No es, en modo alguno, el grado de innovación y de aplicación de las tecnologías en sus servicios lo que define la «ciudad inteligente».

La ciudad será «inteligente» en la medida en que promueva la participación e implicación de sus ciudadanos de manera activa en sus políticas, prime criterios de sostenibilidad en su ordenación urbanística, fomente el uso de las energías renovables, desarrolle planes de movilidad respetuosos con el medio ambiente, racionalice sus recursos energéticos, divulgue e impulse la puesta en valor de su patrimonio cultural y de sus entornos naturales.

Y ahora que alguien intente encajar en todo esto el proyecto de urbanización de la playa de l’Auir. 

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Recomendamos este reportaje emitido en Informe Semanal sobre «ciudades inteligentes»

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